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Y si la creencia popular está errada y el matrimonio no es matricidio? Puede ser que quienes echaron a correr el rumor de que todo muere con el sí, no sean mas que unos pocos desgraciados que tuvieron malas experiencias y no toleran que otros si sean capaces de ser felices?

O también puede ser que mi opinión hoy esté profundamente contaminada por el detalle de estar a sólo meses de dar ese si lapidario, puede ser que el rosado típico de las relaciones no sujetas a una firma en la catacumba del registro civil me nuble la racionalidad que según yo he tenido hasta hoy, puede ser…

Pero ante tantos supuestos sólo me queda una alternativa, vamos racionalizando.

Si bien la razón no es capaz de darme todas las certezas que necesito, es lo suficientemente fría y desgraciada para no creer que me quiere embolinar la perdiz con historietas románticas de rosas y bombones o pesadillas de platos por la cabeza el domingo en la tarde.

Y es que nadie podría negar que eso de la pareja estable tiene sus bondades, mas allá de la cursilería femenina de necesitar que te abracen y te digan “te amo” después de tirar, más allá de la brutalidad masculina de tener un puerto seguro de generación de orgasmos; más allá de todo eso que ya ha sido una y otra vez analizado por libros, revistas y películas.

Y si bien sabemos que hay bondades, es también obvio, lógico y natural que existen características nefastas en eso que llaman relaciones estables y de pareja única, que si bien previenen que te contagies de VIH, son también causantes de innumerables malestares físicos y psicológicos.

Quienes hemos tenido la suerte de vivir solos en la edad adulta, sabemos que eso de no compartir decisiones de decoración, invitados, horarios, comidas, manías y otros encantos es francamente impagable; eso de ser amo y señor del feudo no tiene precio; pero esos mismos que hemos vivido solos sabemos que lo de no tener con quien reírte del error del idiota que lee las noticias de la noche en televisión es un desperdicio, que aquello de despertar temprano, hacer el amor, continuar durmiendo y tomar un café juntos a mediodía de manera común y sistemática, es un lujo que nos gustaría darnos más seguido y ojala con un rostro cuyo nombre seamos capaces de recordar después de una noche agitada.

Entonces entran en conflicto mis pros y contras, como hacemos para disfrutar de la vida en común sin morir en el intento teniendo los beneficios de la soltería apuñalándonos por la espalda a cada momento?

Y cuando hablo de matrimonio no me refiero específicamente a la firma del contrato, sino más bien a esa decisión conjunta de compartir la vida, con o sin pasada por el registro civil o la iglesia o el culto o el chamán, más bien a esa intención sublime de compartir tu espacio, tu tiempo, tu energía y tu intimidad absoluta; con o sin anillo, con o sin presiones sociales, con o sin hijos; simplemente eso de estar dispuesto a poner parte de ti en un intento ciego por evadir lo que yo llamaría una pulsión natural, una monogamia impuesta por nuestra cultura, pero que estamos dispuestos a abrazar en el nombre del amor.
Y es en el nombre del amor que debemos mirar con otros ojos esta situación que no hace otra cosa que atormentar a tantos que hoy se arrepienten de la decisión tomada, y es que debemos dejar de creer que es otro quien debe adaptarse a uno, o que aquellas costumbres tan desagradables deben ser domesticadas; si la energía que gastamos en refunfuñar por la tapa del WC abierta la usáramos en cerrarla, probablemente se acumularía menos malestar en nuestras relaciones; si en vez de fingir interés por lo que el otro nos dice, realmente prestáramos atención, la cosa sería más fácil.

La verdad es que nos saboteamos los unos a los otros y tenemos terror de admitir que la vida de a dos puede ser agradable y reconfortante, no queremos sonar mamones, y preferimos decir que nuestro marido es un latero o nuestra mujer una bruja, en vez de reconocer públicamente que tu media naranja te conoce como nadie y sabe que te duele algo cuando no hablas, o te calienta la cama antes de que llegues; te prepara la comida que más te gusta y te da más libertades que las que estás dispuesto a asumir. Y después de todo esto, tu reacción cuando tu mejor amigo te dice que se casa es: “Estás seguro?, escapa mientras puedas!” y así nos encargamos de sabotear las buenas intenciones.

La mamona hoy soy yo, y a mucha honra, después de haber tenido una pareja estable y haber vivido juntos por 3 años exitosamente, y así y todo haber resultado en un final desafortunado, hoy no tengo miedo en embarcarme una vez más en la locura de la vida en común; porque las relaciones humanas son exitosas en la medida que uno les da la posibilidad de serlo, lo que ayer no resultó, no tiene porqué ser un fiasco hoy, en la medida que aprendas de tus errores, te permitas evolucionar emocionalmente y entregar nunca menos de lo que quisieras para ti, sin necesidad de grandes sacrificios; más bien con la generosidad de aceptar pequeños vicios y desordenes que comparados con lo que amas resultan irrisorios. Y claro, no estaría de más que cambiaras el pijama de polar por algo menos espantoso 🙂

3 pensamientos en “NO CREO EN EL MATRICIDIO

  1. Chica, la verdad es que me sorprende que la creadora de la teoría del Hombre Pudú caiga en estas pellejerías tan humanas por lo demás.¿Qué me va quedando de todo esto? la más puta y sacra verdad que al final, el querer estar con alguien aferrado a ti hasta el resto de tus días, para cosas tan significativas como reirnos del wn que se equivocó en el noticiero -concuerdo contigo que es desastroso notar algo chistoso y tener que comentárselo al perro…- o esa mañana dulce después de una noche llena de pasión. O de intentos al menos. Es algo sencillamente humano. Nos define por naturaleza y aún así intentamos hacernos los wnes aún cuando todos a nuestro alrededor corren a la iglesia de la mano para dar el sí. Pero en el fondo, sabemos que eventualmente, como película barata de terror, seremos los próximos. De nosotros depende, con qué cara. Creo que asumiste que riendo, es la mejor.Un abrazote y me encantó tu vuelta de carnero, jajajajajajaja. Lo que es yo, esperaré un resto haciéndome el wn como que no me interesa…aunque eventualmente en unos años más les mire sus niditos de amor y les diga como el Mañungo…»muchachos, yo también quiero jugar…»

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